Sé tan humano como yo | La educación para el desarrollo.
- Suéltame – fue lo único que pude susurrar antes de que el primer puñetazo me callara de dolor. - Encima que te hago el favor de mejorarte ese careto que llevas – replicó el enorme idiota que tenía delante después de otros cuantos golpes – Deberías dejar que lo hiciese todos los días. Es arte. En el fondo me hacía gracia, lo decía como si no lo hiciese ya todos los días. Cuando se marchó me levanté como pude del suelo, recogí mis cosas y continué mi carrera hasta casa, donde entré sin saludar, directo al baño a lavarme las heridas que tenía en la cara. - ¿Estás bien cariño? - escuché que preguntaba mi madre desde la cocina. - Perfectamente – contesté, salí del baño y me metí en mi habitación, la cual lucía impecable, como siempre, con una pluma y un folio en blanco sobre el escritorio, esperando a que llegase de la escuela. Recuerdo que ese día escribí sobre un par de flores pisoteadas que había visto en el jardín del vecino cuando regresaba a casa y de cómo d...